En un partido de tanta magnitud como el Atlético de Madrid-Barcelona, casi nunca se han dirigido tanto las miradas a los banquillos; a Ronald Koeman, ante su final con el club azulgrana, y a Diego Simeone, aún frente al puzzle de encajar piezas de tanta dimensión en un solo bloque incontestable.
Cada uno, a su manera, se enfrenta a una encrucijada hoy en el Wanda Metropolitano, con la repercusión que tendrá el triunfo, el empate o la derrota desde todas las perspectivas: la clasificación de la Liga española -ambos a remolque del liderato del Real Madrid-; la confianza, las dudas o las expectativas de los dos conjuntos; o el futuro de Koeman, aparentemente ya sentenciado.
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Porque no son lo que pretenden aún ni el Atlético, reforzado por Antoine Griezmann o Rodrigo de Paul, ni el Barcelona, que ha perdido a Lionel Messi y al propio delantero francés. A sus procesos de engranaje les falta tiempo y necesitan resultados, tan escaso lo primero y tan esencial lo segundo en un calendario que devora partidos sin pausa, sin saborear ni siquiera la victoria, sin digerir del todo la derrota y siempre expuestos en cada compromiso.
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Líderes
Ya con siete jornadas de Liga -en el caso del Barcelona una menos- y dos de Liga de Campeones disputadas, ninguno de los dos convence, aunque el ruido que desprenden uno y otro club son opuestos: Simeone es el líder intocable del Atlético, tal y como se ha ganado desde que llegó hace ya casi una década; Koeman sobrevive todavía en el Barcelona, mientras intuye un despido inminente, más aún después del expresivo y desastroso 3-0 del miércoles en Lisboa.
A mí no me han dicho nada sobre mi futuro. Pero tengo orejas y tengo ojos y ya sé que se filtran muchas cosas y algo debe ser verdad.
"No soy quién para valorar absolutamente nada. Respeto mucho a Koeman", dijo Diego Pablo Simeone, técnico del Atlético de Madrid.
Un duelo con mucho en juego.
2:00
p.m. arranca el partido.
